La foto de la nena
Respecto al derecho a la intimidad, el artículo 11 del Pacto de San José de Costa Rica reza: “Nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada”. La legislación sirve, básicamente, para que a los seres humanos no nos rompan las bolas.
Asimismo, el cuarto mandamiento dice “Honraras a tu padre y a tu madre”, precepto que no viene a cuento de nada, pero que nunca esta de más traer a la memoria, sobre todo a la de esta juventud perdida en el universo de las drogas, el alcohol y los metroflogs.
Pero hablábamos del derecho a la intimidad, y de como todas las personas tenemos derecho a ese derecho, porque en un estado de derecho, quien anda derecho se mantendrá derecho al trecho, al derecho y al revés, y seguí derecho, dale cuatro cuadras y doblá a la derecha.
En el Titicaca
Hoy ya no es como antes: la gente anda avispada y hace uso de esos derechos. Vaya este ejemplo como muestra gratis:
Una vez, estando en Copacabana, al borde del lago Titicaca, Bolivia, me crucé con una nenita encantadora, ataviada con un gorro típico de la región. Me pareció que podía resultar una foto excelente.
Preparé la cámara y gatillé. Pero cuando quise repetir la acción, se escuchó la voz de la madre que venía gritando por atrás: “No amigo, no. No haga eso, pues”, me reprochó la señora.
Yo creí que la mujer se había enojado porque estaba violando el derecho a la intimidad de su familia, y me sentí culpable. “Discúlpeme señora, pero me pareció que podía ser una foto muy bonita. No sabía que a usted le molestaba” le explique. “No pues, está bien. Pero si quiere sacarle fotos a mi nena me va a tener que pagar, pues” respondió para mi sorpresa. Reparación civil que le dicen.
En este mundo, el que no corre vuela.